Festival de las Tres Cruces
- Laura LaBrie
- 4 jun
- 3 Min. de lectura

Estoy de pie en el centro de una pequeña choza ovalada con techo de palma. En el suelo, justo a mis pies, arden 35 velas, cada una en un vaso de cristal transparente. Al levantar la vista, veo una larga mesa rectangular cubierta con un mantel blanco nuevo con flores y unas palabras mayas pintadas a mano. No hay amarillo en la pintura, pues el amarillo es el color de la muerte.
En el suelo de tierra, a ambos extremos de la mesa, se encuentran cuencos de jícara seca llenos de atole y coronados con tortillas hechas a mano con cariño por la familia que cuida el Santuario de las Tres Santas Cruces y es dueña del terreno. Los cuencos con atole y tortillas son ofrendas a los aluxes que cuidan la tierra.
Cuidadosamente colocadas sobre la mesa hay flores aromáticas, dos grandes botellas de Coca Cola y muchos tazones de una sopa especial que se preparó en un pib ardiente (un agujero en el suelo lleno de brasas y cubierto de tallos de plátano aplanados). La ofrenda es para los cuatro Chaacs, los dioses mayas de la lluvia a quienes se honra aquí y que cuidan a la gente trayendo agua fresca para llenar los antiguos pozos y saciar la sed de la tierra.
Levanto la vista y contemplo tres cruces de madera de diferentes alturas, cada una revestida con una tela blanca nueva, profusamente cubierta de flores pintadas a mano. De nuevo, sin amarillo, pues el amarillo es el color de la muerte. El verde es el color de las cruces, pues el verde es el color de la vida.
El santuario es tranquilo y silencioso, y el dueño del terreno se instala a mi lado. Me concede un momento de silencio y luego, con alegría y amabilidad, responde a mis preguntas. Sabe que estoy aquí para respetar y honrar las cruces de la festividad de su día y desea enseñarme tanto como yo deseo aprender.
Cuando le pido que me explique el significado de todo, habla de los aluxes, guardianes, y de las ofrendas a los dioses de la lluvia, que son cuatro. Habla de las cuatro direcciones sagradas y de la conexión de los Chaacs con el inframundo. Pero nunca menciona las cruces en sí. Habla de las ropas que visten las cruces y explica el significado de los colores verde y amarillo. Me dice que cada mes se confecciona ropa nueva para las cruces. Pero cuando le pregunto directamente sobre el significado de las cruces, se detiene.
Es curioso, estas tres cruces. Sí, pueden representar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como me explicó Ignacio, el dueño. Pero son mucho más antiguas que el cristianismo. Las tres cruces datan de al menos 3.000 años atrás, 1.000 años antes de la crucifixión de Cristo.
Más tarde, tras horas de relax bajo los árboles, disfrutando de la sopa (no de los tazones que nos dejaron como ofrenda) y compartiendo varias cervezas, Don Francisco, mi buen amigo y el mejor amigo o compadre de Ignacio, me dice que las tres cruces no son cruces en realidad. Son las tres energías de la vida: «Dinero, Amistad y Paz». Explica que tener estas tres cosas en la vida es lo que te trae grandes bendiciones.
Es este intercambio de confianza, los momentos en que la gente local derriba sus muros y comparte información privilegiada, lo que es tan poderoso. Creo que estos días que pasamos celebrando fueron mucho más que las tres Cruces. Se trataba de conectar con la familia de una manera muy espiritual. Alguien abrió una puerta, un portal, por así decirlo. Siento que nos iniciamos en algo que aún no comprendemos del todo.
Tuve algunos sueños muy interesantes cuando regresé a casa después de nuestra aventura de tres días.
Las cosas están mejorando.
Algo mágico ocurrió en ese rancho en medio de la selva. Algo poderoso y sobrenatural.
Me esforzaré por seguir contándoles esta historia tal como se revela para mí.
NOTA: Recomiendo ALTAMENTE leer las historias sobre estas tres cruces. ¡Es un laberinto de magia y misterio!
En anticipación,
Abrazos y mariposas
Laura
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