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Historias de la vida mágica de los mayas

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Alivio del calor sofocante

Hacía calor. Sofocante. Ese calor húmedo que te quita el aliento. Era así casi todos los días en el patio de la casa de Don Francisco, donde la gente venía desde más de 100 kilómetros para esperar a ver al curandero.




La familia ofreció amablemente su casa para refugiarse del sol. Al fin y al cabo, sus clientes no podían soportar el calor, sobre todo con la amenaza de deshidratación y dado que la mayoría estaban enfermos y necesitaban ayuda.


Sé lo caluroso que era. Me senté allí. Y, al igual que los demás buscadores, también me invitaron a la sala de la pequeña casa maya. Bueno, para ser justos, solo había dos habitaciones. La trastienda tenía una cama con un colchón de verdad, un bien escaso. Y la sala principal tenía varias hamacas, algunas sillas de plástico y un ventilador para la comodidad de quienes esperaban.


My friend waiting to see Don Francisco
My friend waiting to see Don Francisco

No era ideal. No solo para quienes habían venido a buscar ayuda, sino también para la familia. Solo tenían dos habitaciones, y tener una ocupada por desconocidos la mayor parte del día les hacía sentir incómodos. Criar a cuatro hijos (pues cuatro vivían en esas dos habitaciones con su madre y su padre), cultivar la tierra, moler maíz, criar cerdos y gallinas, cocinar en una fogata en la cocina familiar independiente, todo se volvió más difícil y mucho menos tranquilo.


Y así se nos ocurrió un plan.




Fue facilísimo de instalar y fue posible rápidamente gracias a las donaciones de personas encantadoras como tú, que ahora lees esta historia. Pudimos comprar toldos Malla Sombra para todo el patio y colocarlos con la ayuda de la familia. En total, 11 personas viven en la pequeña casa familiar. Fue maravilloso verlos trabajar juntos para encontrar una solución al calor sofocante.


Y no sólo poner la sombra creó un espacio para que la gente esperara para ver al curandero sin invadir la privacidad de la casa, sino que también ayudó a refrescar los edificios a ambos lados del patio: la casa y el espacio de curación.




¡Qué tremenda bendición para esta familia!


Y será una bendición para ti también si vienes de visita. Porque puedes ser uno de los buscadores, esperando tu turno para encontrar sanación para tu cuerpo, mente y alma en la sala de sanación de Don Francisco. ¡Y ahora, no te derretirás con el calor mientras esperas!



Un agradecimiento especial a quienes donaron para este proyecto <3


Abrazos y mariposas,

Laura.

 
 
 

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