Magia chamánica cotidiana
- Laura LaBrie
- 4 jun
- 3 Min. de lectura
Una sencilla vela blanca, corta y discreta, reposa sobre un plato entre una pequeña montaña de cera. ¿Te imaginas su llama serena? ¿Te imaginas mirándola unos instantes y viéndola vibrar brevemente en una invisible brisa?
¿Sabes lo poderoso que es?

Esto es lo que Don Francisco, un chamán maya de varias generaciones en Yucatán, usa para sellar las bolsitas de plástico de té medicinal silvestre que prescribe a una multitud de buscadores que acuden a él. Simplemente coloca el té en la bolsita y luego lo pasa sobre la llama de una vela para derretir el plástico y sellar la bolsita.

Parece sencillo, sobre todo en un lugar donde la vida es rústica. Claro, no tienen bolsitas de té caras ni sofisticadas. Así que, la verdad, durante mucho tiempo no le di mucha importancia.
Hasta que un día pregunté: “¿Hay alguna razón especial para usar la vela para sellar las bolsas de plástico?”
Imagínate mi sorpresa cuando me dijo que sí, que era muy importante. Lo había visto tantas veces deslizar las bolsas sobre la pequeña llama. Normalmente había mucha conversación a su alrededor y no parecía especialmente concentrado en lo que hacía, salvo en evitar quemarse y asegurarse de que quedara bien sellado. Nunca hubo palabras mágicas, ni ceremonias, ni varitas mágicas.

Y, sin embargo, era una magia tan importante que el té no funcionaría correctamente sin ella.
“Es así que cuando la gente bebe el té, creen que funcionará”.
Esa fue la respuesta sencilla. El sellado era por el poder de la fe. Y según Don Francisco, no hay nada más importante en la sanación y en todo lo sobrenatural que el poder de la fe.
Pero volvamos a la forma despreocupada en que parecía hacerlo. Porque de eso se trata realmente esta historia. Es una forma de abordar la magia, lo que se podría llamar trabajar con la energía, si se quiere. Se trata de la simplicidad y la cotidianidad.
Lavas los platos con jabón porque sabes que mata los gérmenes y metes un elefante tallado en una bolsa y lo colocas en un estante de tu oficina porque sabes que mantiene la energía negativa fuera de la habitación. Le das té de menta a tu nieto cuando tiene dolor de barriga porque sabes que lo ayudará a sentirse mejor y sellas una bolsita de plástico con una vela porque sabes que le hará creer a quien lo tome que funciona.
Ya ves, es todo lo mismo.
En la cocina, colgada en la pared sobre el fuego, hay una bolsa de cráneos de venado, ya que atrae a más venados al fuego para alimentar a la familia. Esparcidas en el suelo, hay hojas de anona, que absorben la energía negativa. Secándose al sol, hay chiles rojos brillantes, deliciosos y que ayudan a combatir enfermedades (son ricos en vitamina C y otros nutrientes), y en el muro del jardín crece una enredadera llamada cruz de ojo, que evita que el vecino sienta envidia de tu felicidad y éxito.
Si bien hay momentos en que Don Francisco reza por algo específico o participa en ceremonias prolongadas (especialmente la ceremonia Chaac Chac para traer la lluvia), la gran mayoría de la magia real es tan común que para él y su familia es tan parte de la vida como lavar la ropa.
No es un truco de magia, ni una varita mágica, sino más que una creencia.
Un conocimiento.
Y eso es lo que hace toda la diferencia.
No se trata de un hechizo sofisticado ni de ingredientes complicados. Se trata de saber que lo que haces da resultados. Es como saber que si metes la mano en el fuego, te quemarás. O saber que si dejas caer una pelota, caerá. O saber que si sellas una bolsa de plástico sobre la llama de una vela, quien beba té sabrá que el té funcionará y que la magia para la que fue diseñado, ya sea romper una maldición, sanar un cuerpo o responder a una pregunta importante, se realizará... sin lugar a dudas.
Así pues, la actitud del mago es la misma, ya sea que esté alimentando al gato o al alux. No hay más necesidad de agitar una varita mágica sobre el guardián sobrenatural que de agitarla sobre el gato.
Y aunque esta historia trata sobre un chamán maya generacional en un pequeño pueblo en las selvas de México, apuesto a que tienes magia muy similar a ésta en tu propia casa.
Tómate unos minutos para reflexionar. ¿Qué haces porque sabes que cambiará la energía de tu espacio? ¿Enciendes una vela? ¿Pones música suave o añades flores frescas a la habitación? Quizás estás haciendo magia de la que no eras plenamente consciente.
Por supuesto, saber que una maldición se romperá es un poco diferente a saber que la energía en tu habitación cambiará.
¿O lo es?
Haciendo magia,
Laura
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